June 3, 2010

SI LOS SENTIMIENTOS SE DESANGRARAN ...



Hace unos días leí en el blog Malabar Bailarin, uno de los que leo regularmente, un artículo muy interesante que habla sobre la violencia.  Violencia que a pesar de sus múltiples subdivisiones, es UNA, y esa es la idea central del articulo: “La violencia es una y única”. Estamos acostumbrados a concebir la violencia en cuanto al daño material o corporal en la victima y en general la mayoría de las personas  condenan (al menos formalmente) cualquier menoscabo en la integridad personal de otro miembro de la especie y aun de especies diferentes, es por esa razón que existen movimientos a favor de los animales, en contra de las corridas de toros, contra la pesca del delfín, etc.

Sin embargo existe un tipo de violencia mas insidiosa, la cual toleramos, aceptamos y hasta justificamos. Es ese tipo de violencia que practicamos amparados en un “supuesto” derecho tácito, no escrito, enraizado en la costumbre y además conveniente. Ese derecho que tenemos a la INDIFERENCIA ante nuestros semejantes, y no me refiero precisamente a las personas menos favorecidas económicamente, no me refiero al deber cristiano de la caridad hacia los pobres, ni al asistencialismo. Me refiero mas bien a aquella indiferencia que nos hace a muchos incapaces de tener una mínima cortesía hacia las personas, la de no ceder el asiento a la señora en el autobús, ni al niño, ni a la embarazada.

Aquella indiferencia de no ceder el paso al peatón, ejerciendo el derecho a echar el automotor sobre el pobre desdichado, arrogándonos además el derecho al insulto amparados en la ventaja que da el pie sobre el acelerador.

Me refiero también a la indiferencia ante los abusos en el bus, en el banco, en el supermercado y en la oficina pública. Y no los abusos contra nuestro semejante, sino los abusos hacia nosotros mismos. Simplemente aceptamos.

La indiferencia por parte del funcionario publico (desde el Presidente hasta el secretario de la alcaldía del municipio mas apartado) a las peticiones de los administrados. El derecho de hacer esperar hasta terminar de hablar por teléfono, el derecho de engavetar, el derecho de inventar cualquier anomalía en el escrito para no tomarse la molestia de hacer su trabajo.

La indiferencia de jueces y colaboradores judiciales ante los casos que tienen que conocer. Las partes pueden esperar, igual el proceso tarda dos años o mas: “… hace falta personal y recursos…”

La indiferencia hacia cualquier idea nueva, hacia cualquier manifestación cultural renovadora, la indiferencia que echa tierra a cualquier iniciativa, que podría traer aire nuevo a esta sociedad. La indiferencia que hace imposible otro Alfredo Espino, otro Salarrue u otro Alberto Masferrer.

La indiferencia a cualquier problema en nuestra comunidad, la apatía y la no participación, la indiferencia a cualquier llamado, el no apoyar una causa justa, no comentar, no escuchar, no opinar, aceptar y dejar que los demás hagan; y en lugar de asistir a la reunión de vecinos quedarnos en casa, alegando que nos duele la cabeza. Aceptamos, volteamos la cara, nos aislamos, y llenamos nuestra cabeza de foot ball y regueaton. Al fin de cuentas somos simplemente INDIVIDUOS INDIVIDUALES. Aportamos  a la economía del país siendo buenos consumidores.

Y así hasta el infinito…

La indiferencia es igual a VIOLENCIA PASIVA, solo que el daño llega directo al centro emocional del subconsciente. ¡Ah! Si los sentimientos se desangraran…

Se gastan recursos, muchos recursos en erradicar cualquier forma de violencia, pero   – nuevamente cito el articulo – la verdad es que estaríamos dispuestos a hacer más cosas por combatir los demás modos de violencia”,  pero no aquello que en fin de cuentas es mas fácil de realizar y traería mayores beneficios a corto plazo.

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